Las sociedades patrimoniales han adquirido un papel destacado dentro de la gestión patrimonial, especialmente entre familias que buscan mayor control, protección jurídica y eficiencia fiscal. Este tipo de entidad suele aparecer como alternativa cuando el patrimonio empieza a ser considerable y las decisiones fiscales, sucesorias y de administración requieren un enfoque más profesionalizado. En este artículo analizamos con detalle qué son, cómo funcionan, sus ventajas y limitaciones, y en qué casos tiene sentido plantearse su constitución.
¿Qué es una sociedad patrimonial?
Una sociedad patrimonial, a efectos del Impuesto sobre Sociedades (LIS), es aquella en la que más de la mitad de su activo está compuesto por valores o bienes que no forman parte de una actividad económica. Dicho de otro modo, su razón de ser no es producir bienes o servicios, sino mantener, organizar y gestionar un patrimonio que puede incluir inmuebles, participaciones, carteras de inversión o tesorería.
Esta definición no siempre resulta intuitiva para los propietarios. Muchas veces se piensa que basta con tener varios activos para que exista actividad económica, pero la Administración distingue de forma clara entre poseer un bien y explotarlo profesionalmente. Esa frontera técnica es la que, a la práctica, determina la calificación fiscal de la entidad.

Cómo se determina en la práctica
Para saber si una sociedad es patrimonial se analiza la composición del activo tomando la media de los balances trimestrales. Si más del 50% de ese activo corresponde a elementos patrimoniales “no afectos”, la entidad será considerada patrimonial.
La ley define qué entiende por actividad económica de forma autónoma. Por ejemplo, en el arrendamiento de inmuebles, la simple tenencia de pisos o locales alquilados no se considera actividad económica por sí misma. Para que lo sea, se exige al menos una persona empleada a jornada completa dedicada a la gestión de esos arrendamientos. Esta exigencia, que a veces pasa desapercibida, tiene un impacto relevante en la fiscalidad, la posibilidad de aplicar exenciones y la planificación sucesoria.
Comprender esta distinción no es un detalle menor: determina cómo tributará la sociedad y qué estrategias serán viables a futuro.
Fiscalidad y consecuencias de una sociedad patrimonial
Impuesto sobre Sociedades (IS)
Las sociedades patrimoniales tributan por el Impuesto sobre Sociedades al tipo general del 25%. Para ciertos patrimonios esto puede ser favorable respecto a los tramos altos del IRPF, pero es importante recordar que estas entidades no pueden acogerse a tipos reducidos ni a incentivos diseñados para empresas con actividad real.
El resultado es un tratamiento fiscal más rígido, que obliga a evaluar cuidadosamente si la ventaja relativa frente al IRPF compensa la pérdida de beneficios fiscales.
Doble imposición
Un aspecto clave es la doble imposición. Primero, los beneficios tributan en la sociedad; después, cuando el socio decide repartirlos, vuelven a tributar en el IRPF como dividendos. En patrimonios que generan flujos recurrentes esto puede suponer una carga fiscal mayor que la tributación directa como persona física, por lo que conviene analizar el horizonte temporal, las necesidades de liquidez y el volumen de dividendos a distribuir.
Otros impuestos a considerar
Aunque las sociedades no tributan por el Impuesto sobre el Patrimonio, eso no significa que el socio quede automáticamente exento. Las condiciones para aplicar exenciones se restringen cuando no existe actividad económica, lo que afecta de lleno a las sociedades patrimoniales. En sucesiones y donaciones ocurre algo similar: sin actividad, ciertas reducciones y bonificaciones dejan de estar disponibles, complicando la planificación del relevo generacional.
En definitiva, la fiscalidad puede ser ventajosa en algunos escenarios, pero exige un análisis fino y realista.
Ventajas de crear una sociedad patrimonial
Una sociedad patrimonial ofrece un marco ordenado y profesional para gestionar patrimonios relevantes. La tributación a tipo fijo puede resultar beneficiosa cuando los ingresos superan los tramos altos del IRPF, permitiendo capitalizar beneficios y decidir cuándo y cómo distribuirlos. Este control aporta margen para planificar fiscalmente, ajustar flujos y proteger la rentabilidad.
La limitación de responsabilidad actúa como un escudo jurídico relevante: los riesgos se circunscriben al patrimonio social, reduciendo la exposición personal del socio. Además, reunir activos dentro de una sociedad simplifica la organización patrimonial y facilita procesos como la transmisión a herederos o la entrada de nuevos socios familiares. La empresa se convierte en un contenedor estructurado que permite una gestión más estable a largo plazo.
Inconvenientes y riesgos más frecuentes
No conviene idealizar este tipo de entidad. Su constitución y mantenimiento implican costes recurrentes: asesoría fiscal, contabilidad, cumplimiento normativo, auditorías en algunos casos y una dedicación administrativa constante. Para patrimonios medianos, este esfuerzo puede superar el beneficio fiscal obtenido.
Además, la sociedad puede perder ventajas disponibles para personas físicas, como determinados tipos reducidos, reducciones o exenciones. Cuando se venden activos dentro de la sociedad, la ganancia tributa primero en el IS y, si se distribuye, vuelve a tributar en el IRPF, reduciendo el rendimiento final. En ocasiones, mantener la titularidad personal resulta más eficiente.

Obligaciones fiscales y administrativas
Una sociedad patrimonial está sujeta a un marco legal estricto. Debe constituirse formalmente, inscribirse en el Registro Mercantil y cumplir con la normativa contable vigente. Cada ejercicio es necesario formular y depositar cuentas anuales, así como presentar las declaraciones fiscales correspondientes, entre ellas el modelo 200 del IS.
Incluso cuando la sociedad no desarrolla actividad económica, la obligación contable y fiscal no desaparece. Esto exige disciplina y un control riguroso para evitar sanciones o incumplimientos que pueden resultar costosos.
¿Cuándo conviene una sociedad patrimonial?
Puede tener sentido cuando el patrimonio es elevado, estable y requiere una estructura que aporte orden, protección y capacidad de planificación. También cuando la tributación personal se sitúa en tramos altos y la capitalización de beneficios dentro de la sociedad permite optimizar la carga fiscal global. Para familias que buscan profesionalizar la gestión de su patrimonio y preparar una sucesión ordenada, puede ser una herramienta eficaz.
En cambio, no suele ser recomendable cuando los activos generan rendimientos que gozan de beneficios para personas físicas, o cuando el patrimonio no es lo suficientemente grande como para justificar los costes administrativos. En estos casos, la estructura societaria puede resultar más un lastre que una ventaja.
Alternativas a considerar
Antes de constituir una sociedad patrimonial, es útil valorar si la titularidad directa permite aprovechar exenciones o reducciones aplicables a personas físicas. Otra opción es crear una sociedad holding con actividad económica real. Esta estructura puede ofrecer un equilibrio interesante entre eficiencia fiscal, protección y flexibilidad, especialmente si existe actividad empresarial o inversiones participadas.
La elección depende de los objetivos, del tipo de activos y de la estrategia a largo plazo.
Checklist práctico para decidir
Antes de tomar una decisión, conviene analizar la composición y el valor del patrimonio, determinar si la mayor parte del activo está o no afecto a actividad económica, comparar la tributación en IRPF frente al IS y calcular el coste real de mantener una sociedad. Una simulación completa suele revelar si la estructura aporta ventajas o simplemente complica la gestión sin un retorno claro.
Antes de tomar una decisión, hazte las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es la composición y valor total de tu patrimonio?
- ¿Está más del 50% de tu activo fuera de una actividad económica?
- ¿Cómo tributarían tus ingresos en IRPF comparado con IS?
- ¿Qué coste va a implicar mantener una sociedad frente a los beneficios fiscales?
Nuestra visión
Las sociedades patrimoniales pueden ser una herramienta eficaz dentro de la gestión patrimonial, pero no son una solución automática ni universal. Funcionan bien cuando el patrimonio es significativo, la estrategia es de largo plazo y existe voluntad de profesionalizar la gestión. La clave está en analizar su impacto fiscal, jurídico y organizativo con datos concretos, no con impresiones generales.
Si deseas estudiar con detalle cómo podría encajar una sociedad patrimonial en tu planificación, en Diman Capital podemos ayudarte a evaluar opciones, simular escenarios y encontrar la estructura que mejor proteja y potencie tu patrimonio.
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